sábado, 26 de junio de 2010

COMEDIA DE MOLIERE Y TEATRO DEL ABSURDO

EL GÉNERO TEATRAL
La tragedia
La tragedia es seguramente la más brillante de las invenciones griegas y la que mayor esplendor alcanzó, contemporánea e históricamente. La tragedia griega clásica supone el inicio de un género que aún hoy en día pervive y que sigue tomando como ejemplos indiscutibles de maestría aquellas obras que en la Grecia Clásica se escribieran mucho antes del nacimiento de Cristo. La tragedia griega fue y sigue siendo el canon de perfección temática y formal del género dramático.
La tragedia griega clásica no es de tema original, es decir, el dramaturgo no inventa, no idea, el argumento de su obra sino que, tomando sus temas de la Ilíada y de los ciclos legendarios conocidos por todos los griegos - pues eran temas de la mitología popular - la tragedia griega nos muestra el conflicto personal de los héroes en su momento más dramático, por ejemplo: no se nos va a relatar la historia de Edipo de Tebas, sino que se nos va a presentar el momento más dramático, el punto álgido de la tragedia del tebano Edipo.
Se nos mostrará al héroe en su momento más humano, más visceral, hasta el punto de que, a pesar de ser héroes de la mitología y de las leyendas helénicas, siguen siendo hoy arquetipos ejemplares de las pasiones humanas más profundas y antropológicas. A ello y a su maestría, equilibro y perfección indiscutibles, tal vez se deba el hecho de que las tragedias griegas han sido las obras teatrales más veces adaptadas, representadas o versionadas. Baste el número de Antígonas, Electras o Edipos que desde su primera representación en la época antigua hasta hoy han sido representadas,
La tragedia griega, supone pues, el momento cumbre de la lucha entre el hombre - héroe y el destino, el hado funesto ante el cual nada es posible y sólo queda la estoica resignación, he aquí el héroe dramático griego. En cualquier caso, si escapar al destino es posible, sólo puede hacerse mediante el artificio dramático del deus ex machina, esto es, un dios aparece en la obra para salvar al héroe.
Lamentablemente, de todas las obras que debieron escribirse y representarse, una mínima parte ha llegado hasta nosotros, poco sabemos de los primeros dramaturgos como Quérilo, Frínico o Prátinas de Fliunte, tampoco sabemos mucho de los competidores de los tres grandes (Esquilo, Sófocles y Eurípides), apenas fragmentos de algunas de sus obras. De hecho, de los mismos tres grandes trágicos, sólo unas cuantas de sus obras nos han llegado pues debieron escribir muchas más ya que algunas referencias hablan de que entre los tres, debieron escribir cerca de trescientas tragedias. La suerte histórica quiso que muchas de las tragedias representadas en los concursos dramáticos desaparecieran, quedando muchas veces sólo la obra ganadora. Muchos de los manuscritos se conservaron en la Biblioteca de Alejandría, pero el incendio primero de la Gran Biblioteca en época de César y el último provocado por las turbas de cristianos enfurecidos, acabaron con la mayor parte de los manuscritos que tanto valor literario e histórico poseían.
Así, la funesta suerte que corrió la biblioteca de Alejandría - incendios, asaltos, etc. hasta su completa desaparición - contribuyó sin duda a que obras únicas acabaran en las fauces de los fuegos o de las turbas populares cristianas.
En cuanto al tema de la tragedia, como ya se ha dicho antes, procedía de los cantos homéricos (Ilíada y Odisea) , de los ciclos de Tebas y de Micenas - Argos de los cuales debieron existir cantos épicos hoy perdidos. Sea cual fuere el caso, el hecho es que cuando el pueblo griego iba al teatro, ya conocía la historia, por ejemplo: cuando el público griego acudió a ver el Edipo de Sófocles, ya sabía perfectamente quién era Edipo y cuál era su fin y cuál había sido su antecedente. La labor del dramaturgo era la de enriquecer o variar el tema, labor que era discutida o loada por el público, esto explica la existencia de los mismos temas en diversos autores: cada uno daba su versión particular de los hechos legendarios.
Sin embargo, habría que matizar el concepto de tragedia en la Grecia Clásica.
Concepto de tragedia en la Grecia Clásica:
Dice Asklepios ("Asklepios, el último griego", Miguel Espinosa) que la tragedia viene a ser el resultado de la confrontación entre la casualidad y la necesidad. Y creemos que ésta es una de las definiciones más acertadas sobre tragedia que jamás se hallan escrito y la que vamos a adoptar en esta página.
Antígona es un gran ejemplo, clarificador sin duda, de lo que este conflicto entre casualidad y deber es. Antígona por deber tenía que enterrar a su hermano; por casualidad, no podía hacerlo. He aquí el conflicto, el choque brutal, la tragedia. Hablamos, en definitiva, del destino, del hado, del fatum latino.
Temática de la tragedia
Cuando los griegos iban al teatro, los temas representados ya les eran conocidos pues procedían de leyendas y mitos. Los héroes de la Ilíada de Homero o los personajes de los ciclos legendarios de Tebas y Micenas - Argos eran los protagonistas de las tragedias en las que el dramaturgo proponía un nuevo punto de vista sobre la leyenda o el mito ya conocido.
Así pues, derivada de la épica homérica y de otras leyendas es la temática de la tragedia griega que se basa, principalmente, en dos ciclos: el ciclo de Micenas o de Argos y el de Tebas.
El ciclo de Tebas:
La figura principal de este ciclo es Edipo. Edipo era hijo de Layo, rey de Tebas, y de Yocasta. Un oráculo había anunciado al matrimonio que si tenían un hijo, éste mataría a su padre y traería la desgracia al linaje. Cuando nace Edipo, los reyes deciden abandonar al niño y atarle los pies a fin de que muera y no provoque las desgracias vaticinadas. El niño es encontrado, sin embargo, por el rey Polibos, el cual lo lleva a la corte y lo cría como si fuera su propio hijo. Ni siquiera Edipo conoce su procedencia.
Un día, el oráculo vaticina a Edipo lo que antaño vaticinara a su padre: que mataría a su padre y se casaría con su madre y traería desgracias a todo su linaje posterior. Para evitar esto, Edipo, ya hombre, abandona la corte de Polibos (el que creía que era su padre) para no acabar matándolo, y llega a Tebas.
De camino a Tebas tropieza con su verdadero padre, Layo de Tebas, y tras una discusión, Edipo mata a Layo, cumpliéndose una parte del oráculo, pero sin que él supiera que era así.
En Tebas la Esfinge - monstruo mitad león y mitad mujer - tiene aterrorizada a la población, plantea enigmas a los que pasaban por allí y a los que no eran capaces de resolverlos, los devoraba. El enigma de la Esfinge era éste: ¿Cuál es el animal que cuando nace anda con cuatro patas, cuando es adulto con dos y cuando es más débil y viejo lo hace con tres?. Edipo responde que el hombre, que cuando nace gatea (cuatro patas) cuando es adulto anda erguido (dos patas) y cuando es viejo se ayuda del bastón (tres patas). La Esfinge, despechada y humillada se tira al abismo y acaba la presión que ejercía sobre Tebas.
Los ciudadanos de Tebas, agradecidos a Edipo, le casan con Yocasta, viuda de Layo, y así Edipo gobierna en Tebas sin saber ni él ni nadie, que se ha casado con su propia madre.
Años más tarde se descubre el incesto, principalmente debido a las heridas que Edipo tiene en sus piernas de cuando le ataron sus padres los pies para abandonarlo. Al saber la verdad, Yocasta se suicida y Edipo se arranca los ojos. Ocupa entonces el trono de Tebas Creonte, el hermano de Yocasta.
Del matrimonio entre Edipo e Yocasta, habían nacido cuatro hijos: Etéocles, Polinices, Antígona e Ismena. Los dos varones (Etéocles y Polinices) al conocer el incesto provocado por su padre, lo expulsan de Tebas, a lo cual Edipo maldice a sus hijos diciendo que acabarán matándose entre ellos. Para que la maldición paterna no se lleve a cabo, ambos hermanos deciden gobernar Tebas alternativamente un año cada uno. Etéocles comienza a gobernar, pero pasado un año, se niega a devolver el reino a su hermano. Polinices entonces va a Argos, donde se casa con la hija del rey, Argia. Polinices y Adrastro, el rey de Argos, se deciden a ir a Tebas a luchar contra Etéocles y emprenden la campaña bélica de "Los siete contra Tebas" (obra de Esquilo). Ambos hermanos, Etéocles y Polinices, se enfrentan y acaban matándose mutuamente.
Mientras tanto, Edipo, que había sido expulsado de Tebas y que había sido guiado, pues estaba ciego, por su fiel hija Antígona, muere en Colono. Una vez muerto su padre, Antígona vuelve a Tebas donde vivió con su hermana Ismena. Al morir los hermanos, Creonte, el nuevo rey de Tebas, decide que se den honras fúnebres a Etéocles, pero no así a Polinices que ha de morir devorado por las aves de rapiña, abandonado su cuerpo sin sepultura. Antígona, que no puede soportar la idea de que su hermano no sea enterrado, decide hacerlo y da honras fúnebres a Polinices. Creonte condena pues a Antígona por no acatar la orden, y su condena es ser encerrada viva en una tumba donde acabará ahorcándose. Hemón, hijo de Creonte, primo de Antígona y enamorado de ésta, se suicida junto al cadáver de su amada Antígona.
Estructura de la tragedia
En la estructura de la tragedia griega se distinguen las siguientes partes:
Prólogo
De forma monologada generalmente, o dialogada e algunos casos, en el prólogo se cuentan los antecedentes de la historia que se va a representar y en qué punto ésta comienza a relatarse, además de situarnos y anticiparnos la historia.
Párodos
Es el canto inicial del coro que debe su nombre a la escalinata por la que el coro subía desde la orquestra a la escena.
Episodios
Su correspondiente actual serían los actos. Estaban separados unos de otros por cantos del coro llamados estásimos.
Éxodo
Es el último de los episodios que consiste en la salida del coro tras su última intervención
Las normas clásicas:
Toda obra trágica de teatro helénico se configura a las denominada "normas clásicas" por haber sido utilizadas, precisamente, en la Grecia Clásica. Estas normas clásicas son: unidad de tiempo, unidad de acción, unidad de espacio.
Esto viene a significar que una obra no debe sobrepasar un día (en los hechos que narra); no debe tener acciones secundarias, sino una sola y principal; y un sólo espacio, es decir, el escenario sólo puede representar un espacio físico concreto (un palacio, o un jardín...) pero nunca varios (no se permite convertir el escenario, por ejemplo, de los exteriores de un palacio, a los interiores).
La comedia
El término Comedia provendría del griego "comos" que no es ni más ni menos que aquellas injurias y dichos que el pueblo griego lanzaría en las fiestas dionisíacas como elemento satírico y humorístico.
La comedia es, ante todo y sobre todo, una crítica endulzada con el humor que gustosamente tomaba el público griego poco después de haber visto representarse las tragedias en los concursos.
Tema y estructura
A la gravedad y solemnidad de la tragedia, se opone el tono burlón, cómico y satírico de la comedia. Tampoco es algo que haya de extrañarnos pues, ya en versos yámbicos este tono era usual. También encontramos los dramas satíricos, con los que los trágicos remataban las dos tragedias que representaban en los concursos de teatro. Estos dramas satíricos trataban de temas mitológicos sobre los que el autor trágico añadía ciertas notas humorísticas, sea como fuera, aún versos yámbicos y dramas satíricos restan bastante de lo que es la comedia.
Elementos de la comedia
La comedia, que cuenta con una alternancia entre coro y personajes parecida a la de la tragedia, se diferencia, principalmente de ésta en dos puntos:
Agón o combate. Es el primer episodio de la comedia en el que hay una lucha en la cual, el vencedor, es el personaje que representa las ideas del comediógrafo.
Parábasis: durante un momento de la representación cuando la escena ha quedado vacía y los actores han salido, el coro se quita sus máscaras y mantos y avanza hacia el público. Esta parábasis tiene siete partes, a saber:
Commation: un canto muy breve
Anapestos: discursos al público lanzados por el corifeo (dirigente del coro)
Pnigos: es un parlamento largo sin interrupción
Cuatro trozos de estructura estrófica.
La comedia no exigía de las unidades de tiempo y de lugar, pero lo cierto es que los comediógrafos tienden a ellas.
Temática de la comedia:
En la tragedia, el espectador sabía qué es lo que iba a ver, conocía el tema, sin embargo, en la comedia, el argumento se ignora totalmente: se encuentra el espectador ante una trama desconocida y unos personajes también desconocidos. El comediógrafo tiene que llevar a cabo una gran labor creadora y debe ser original. Todo es materia para la temática de la comedia, pero sobre todo, temas cotidianos, de la misma calle y del mismo tiempo en que los espectadores vivían, así vemos que, Aristófanes llevará a escena la política de la época, las innovaciones de la Atenas que le es contemporánea, la filosofía, las nuevas ideas sobre la educación de la juventud (sofistas), coge a los mismos personajes que pasean por el ágora y los caricaturiza y satiriza. ¡El mismo Sócrates aparecerá ridiculizado por Aristófanes! La vida cotidiana es un espectáculo cómico, es el hecho de reírse "de uno mismo".
Con todo esto, la tragedia no es un retrato "realista", ni mucho menos, los temas y los personajes son reales ( o al menos tomados de la realidad) pero la trama resulta a veces inverosímil y disparatada, casi rozando lo absurdo. Es una explosiva mezcla de realidad y la fantasía más disparatada.
Para Aristófanes, la risa es un fin, así que todo tiene cabida en su teatro. La comedia es un desahogo de alegría, de hecho, filósofos de épocas anteriores habían definido al hombre como el único ser capaz de reír.
La comedia nueva
Después de Aristófanes, la comedia griega experimenta un cambio que trastornará lo que hasta entonces se entendía como tal, como comedia. Algunos autores defienden una periodización de la comedia clásica griega en Comedia Antigua, Comedia Media y Comedia Nueva. No obstante, faltan documentos para poder acreditar esta división. Sea como fuere, el caso es que se ha considerado a Menandro como el máximo representante de la denominada Comedia Nueva.
Muchas causas explicarían esta evolución de la comedia: desde que la risa dejaba de ser rentable tras la guerra de con Esparta, hasta que los filósofos habían instaurado una vida más "refinada" en la que la grosería de la comedia ya no tenía cabida. La Comedia Nueva será más reflexiva y menos disparatada, más proporcionada como obra de arte.
En cuanto a los personajes, a los casi "reales de Aristófanes" se oponen los tipos de Menandro que toma de la realidad genérica, por ejemplo: habrá un tipo que será la ramera interesada, mientras que Aristófanes cogería a una ramera en concreto de la realidad misma. Así, tipos son: el soldado fanfarrón, el viejo avaro, el joven con demasiados amoríos y deudas, el esclavo ingenioso, la doncella desventurada, etc.
La Comedia Nueva no tolera la presencia de divinidades y sus temas son muy tópicos: el joven que quiere casarse en oposición a los deseos de su padre, el viejo y sus "salidas" de las cuales trata que no se entere su esposa, etc.
El drama satírico
Muy poco se sabe de este género del que sólo conocemos dos obras completas, y algunos fragmentos. Supone la cuarta fase del concurso en el que cada autor presentaba tres tragedias (trilogía) y un drama satírico completando una trilogía. Así, el drama satírico debía ir unido a las tragedias en su temática y suponía una descarga de tensión tras el gran dramatismo de las tragedias puesto que el drama satírico es una "burla", una "sátira" sobre temas mitológicos. En el drama satírico el coro está formado por sátiros y posee numerosas notas humorísticas. No por esto se trata de una comedia, ni mucho menos: "Los sabuesos" de Sófocles o "El cíclope" de Eurípides tratan temas mitológicos que poco tienen que ver con la comedia de la época, que trataba temas "de la calle" y actuales que nada tenían que ver con la mitología o la leyenda

Molière
Jean-Baptiste Poquelin, llamado Molière (París, 15 de enero de 1622 – ibídem, 17 de febrero de 1673), fue un dramaturgo y actor francés y uno de los más grandes comediógrafos de la literatura occidental.
Considerado el padre de la Comédie Française, sigue siendo el autor más interpretado. Despiadado con la pedantería de los falsos sabios, la mentira de los médicos ignorantes, la pretenciosidad de los burgueses enriquecidos, Molière exalta la juventud, a la que quiere liberar de restricciones absurdas. Muy alejado de la devoción o del ascetismo, su papel de moralista termina en el mismo lugar en el que él lo definió: «No sé si no es mejor trabajar en rectificar y suavizar las pasiones humanas que pretender eliminarlas por completo», y su principal objetivo fue el de «hacer reír a la gente honrada». Puede decirse, por tanto, que hizo suya la divisa que aparecía sobre los teatritos ambulantes italianos a partir de los años 1620 en Francia, con respecto a la comedia: Castigat ridendo mores, «Corrige las costumbres riendo».
También se sabe que el primer encuentro con la comedia en el teatro fue cuando fallece su madre producto de una grave enfermedad, es su abuelo quien lo lleva a él junto con sus hermanos a ver una obra de teatro callejera para que no se sientan tan tristes por tal evento
En 1643, Jean-Baptiste firma con los Béjart el acta de constitución del Ilustre Teatro. La directora será Madeleine Béjart, de la que se enamorará. En 1644, le sucede Jean-Baptiste, ya con el sobrenombre de Molière. Los inicios del Ilustre Teatro son mediocres. Tras varios fracasos, se acumulan las deudas y Molière es encarcelado varios días.
Deja París y se convierte en actor durante cinco años. En 1650 Molière vuelve a asumir la dirección de la compañía. Entre 1645 y 1658 se forma en el oficio de actor y dramaturgo: escribe esbozos de farsas, así como sus dos primeras comedias: El atolondrado o los contratiempos (L'Étourdi ou les Contretemps) y El despecho amoroso (Le Dépit Amoureux) en la que introduce al personaje de Crascarilles.
Al volver a París, protegido por Monsieur, hermano del rey, interpreta ante Luis XIV una tragedia, que aburre, y una farsa, que divierte. Molière tiene un gran talento cómico: su voz y su mímica desencadenan las risas. Pronto la compañía alcanza una reputación inigualable en lo cómico, y el rey los instala en el Petit-Bourbon, en donde actúa alternándose con una compañía italiana (Scaramouche).
La primera de las grandes comedias de Molière, Las preciosas ridículas (Les précieuses ridicules, 1659) consigue un éxito enorme y confirma el favor del rey. Sin embargo, el Petit-Bourbon es destruido para construir las columnas del Louvre, por lo que el rey los instala en 1660 en el Palacio Real.
En 1662, Molière se casa con Armande Béjart (hija o hermana de Madeleine), que tiene unos veinte años menos que él. El mismo año aborda un tema poco corriente en su época: la condición de la mujer. La escuela de las mujeres (L'École des femmes) es un gran éxito.
Los devotos y beatos que consideraban a Molière un libertino y temían la influencia que ejercía sobre el rey, declaran obscena e irreligiosa La escuela de las mujeres. Además, la protección del rey despierta celos en otras compañías teatrales.
Molière contraataca ridiculizando a sus adversarios en La crítica de la escuela de las mujeres (La Critique de l’École des femmes) y el Impromptu de Versalles (L'Impromptu de Versailles).
En 1664 se nombra responsable de las diversiones de la corte a Molière, pone en marcha Los placeres de la Isla encantada y representa La princesa de Élide (La Princesse d’Élide), en donde mezcla texto, música y danza y recurre a máquinas sofisticadas.
Ese mismo año Molière crea el Tartufo (Tartuffe), en la que denuncia la hipocresía religiosa. El escándalo que se levanta entre los beatos es de tal calibre que el rey prohíbe durante cinco años la obra. A pesar de ello, Molière lleva a cabo algunas representaciones privadas.
En 1665 se representan únicamente quince sesiones de su obra Don Juan, inspirada en El burlador de Sevilla de Tirso de Molina: Don Juan (Dom Juan). La compañía, apoyada por el rey, se convierte en la Compañía Real.
Durante los dos años siguientes, Molière enferma. Actúa de modo irregular, pero sigue escribiendo, en especial El misántropo (Le Misanthrope), en la que expresa su amargura tras su separación de Armande y El médico a palos (Le Médecin malgré lui). El misántropo 1666 introduce un nuevo tipo de necio: un hombre de elevados principios morales, que critica constantemente la debilidad y estulticia de los demás y, sin embargo, es incapaz de ver los defectos de Célimène, la muchacha de la que se ha enamorado y que encarna a esa sociedad que él condena.
Trata entonces de volver a representar Tartufo con otro título, pero al día siguiente se prohíbe la obra. En 1668 crea dos obras con aparatos: Anfitrión (Amphitryon) y Georges Dandin, así como El avaro (L'Avare). Se levanta la prohibición sobre el Tartufo en 1669 y la obra alcanza un enorme éxito. También escribe Los enredos de Scapin (Les Fourberies de Scapin) en 1671.
Su última obra es El enfermo imaginario (Le Malade imaginaire). Sufre un ataque en el curso de la cuarta representación y muere en su domicilio, sin renegar de su profesión de actor, considerada inmoral por la Iglesia. Bajo la ley francesa de aquel tiempo, no estaba permitido que los actores fueran enterrados en el terreno sagrado de un cementerio. Sin embargo, la viuda de Molière, Armande, le pidió al Rey que su cónyuge pueda tener acceso a un funeral normal por la noche. El Rey accedió y Molière fue enterrado en la parte del cementerio reservada a los infantes no bautizados.
Generalmente en las representaciones de teatro se dice que trae mala suerte vestirse de amarillo, dado que Molière sufrió el ataque estando en el teatro vestido de este color.

Teatro del absurdo
Teatro del absurdo es un término que abarca un conjunto de obras escritas por ciertos dramaturgos estadounidenses y europeos durante las décadas de 1940, 1950 y 1960 y, en general, el estilo teatral que surgió a partir de la obra de aquellos. Se caracteriza por tramas que parecen carecer de significado, diálogos repetitivos y falta de secuencia dramática que a menudo crean una atmósfera onírica. El teatro del absurdo tiene fuertes rasgos existencialistas y cuestiona la sociedad y al hombre. A través del humor y la mitificación escondían una actitud muy exigente hacia su arte. La incoherencia, el disparate y lo ilógico son también rasgos muy representativos de estas obras.
Sus raíces pueden encontrarse en las obras de "moralidad alegórica" de la Edad Media y en los autos sacramentales (dramas religiosos alegóricos) de la España barroca, en la literatura del "no-sentido" de autores como Lewis Carroll, en las obras de ensueño de Strindberg y las novelas de James Joyce y Franz Kafka, en el drama grotesco de Alfred Jarry; y en las farsas fráticas de Georges Feydeau; obras que tuvieron como continuadores directos el movimiento dadaísta y el surrealismo de los años 1920 y 1930. Una de las fuentes teóricas más potentes del teatro del absurdo fue El teatro y su doble, obra originalmente publicada en 1938 de Antonin Artaud, creador del estilo del teatro de la crueldad.
Surge en el siglo XX. Los autores comenzaron a aglutinarse bajo la etiqueta de lo absurdo como una forma de acuerdo frente a la ansiedad, lo salvaje y la duda ante un universo inexplicable y recayeron en la metáfora poética como un medio de proyectar sus más íntimos estados. Es por ello que las imágenes del teatro absurdo tienden a asumir la calidad de la fantasía, el sueño y la pesadilla, sin interesarle tanto la aparición de la realidad objetiva como la percepción emocional de la realidad interior del autor.
Así, por ejemplo, la obra Días felices de Beckett (1961) expresa una generalizada ansiedad del hombre sobre la aproximación de la muerte, a través de la imagen concreta de una mujer hundida hasta la cintura en el suelo en el primer acto y hasta el cuello en el segundo, mientras que en Rinocerontes de Ionesco (1960) se muestra la ansiosa preocupación acerca del esparcimiento de las inhumanas tendencias totalitarias mostrando a la población de una ciudad transformándose en salvajes paquidermos.
Entre los principales dramaturgos del teatro del absurdo se cuentan René Marques, Alfred Jarry, Antonin Artaud, Virgilio Piñera, Eugène Ionesco, Samuel Beckett, Jean Genet, Tom Stoppard, Arthur Adamov, Harold Pinter y Slawomir Mrozek. Algunas obras representativas son: Esperando a Godot, de Beckett y El rinoceronte, de Ionesco, o de este último también La cantante calva. Fuera del teatro: algunas de las películas de Luis Buñuel podrían catalogarse de absurdistas, si bien la clasificación es discutible.
La literatura del absurdo da muestra de la filosofía del dramaturgo de la cual Beckett es uno de los máximos representantes. Aunque más bien a Beckett se le relaciona con el Teatro del absurdo donde la tragedia y la comedia chocan en una ilustración triste de la condición humana y la absurdidad de la existencia. El dramaturgo del absurdo viene a ser un investigador para el cual el orden, la libertad, la justicia, la "psicología" y el lenguaje no son más que una serie de sucesivas aproximaciones a una realidad ambigua y decepcionante. El dramaturgo del absurdo desmantelará el viejo universo cartesiano y su manifestación escénica.

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